Rubén Lartigue

La obra de Rubén Lartigue, especialmente su pintura, se concibe y se construye sobre la arquitectura del erotismo y de la provocación. La narrativa pictórica de este artista argentino, sexy a rabiar, es una declaración de intenciones y un acto -manifiesto- de desobediencia.

El canon está para ser destronado, las reglas existen para reírse de ellas, la urgencia se impone para recordarnos que somos, antes que nada, sujetos y objetos del deseo y de las pasiones. Sus superficies, atravesadas por la belleza y la pulsión de un deseo desenfrenado, elaboran todavía más, si cabe, la propia gramática del erotismo.

Sus efebos-animales / Chicos Lartigue se divierten en un ritual exhibicionista que activa el influjo de una mirada barroca dadora de los procesos de mestizaje y de simbiosis. En su pintura habita, con gracilidad extrema, el culto al estereotipo del cuerpo masculino homoerótico, pero no sin la introducción de sutilezas y de ardides estetizantes que se condensan en el placer y en la euforia. Sus hombres, convertidos en trofeos de caza y en objeto de la mirada de otros, no abandonan su condición de “conquistadores” de la sed de otredad. El caso es que, en medio de toda esa dirección de juegos textuales, los guiños estéticos y las replicaciones repentinas, se localiza un sutil desplazamiento entre los roles del narrador y el

narratario: el sujeto de la pintura que narra implica al espectador y lo adentra en la historia subvirtiendo cualquier desafío. De tal suerte se afirma una tríada que organiza la voz sobre los espacios de la representación, el placer y la conquista.

Su obra se convierte, así, en un laberinto en el que habita la lujuria. A fin de qué es la vida si la perturbación del deseo y del placer no la rebasan.

Lartigue es mucho Lartigue,  No es, eso sí, un artista al uso. Ha sido y es de todo un poco. Y esto no quiere decir que sea aprendiz de todo y maestro de nada; sino, por el contrario, que es un amante de la vida y un disfrutón. Rubén es, por encima de cualquier circunstancia, un gran hedonista. Según la RAE, el hedonismo tiene dos acepciones «teoría que establece el placer como fin y fundamento de la vida» y la «actitud vital basada en la búsqueda del placer». Es decir, para comprender bien el hedonismo se debe partir del sentido filosófico que considera que el objetivo o la única finalidad que los humanos tienen en la vida es la búsqueda del placer y el goce en todos los sentidos. Etimológicamente, hedonismo proviene del griego, en concreto, de la palabra 'hedonismos', que está formada por las palabras 'hedone', que significa placer y el sufijo '-ismos' que puede definirse como cualidad o doctrina. Esto último para decir que su obra artística no puede desentenderse de los azares de su vida. De ahí esa habilidad suya para el cambio y para el juego con las emociones. Ha sido editor de la revista Kaos, imaginando el orden, en La Paz Bolivia, es un chef que abandonó la cocina tradicional en tanto que corsé para articular un proyecto de comida secreta y nómada, Chocolatier, fundó la chocolatería Volverás a mí Boutique de Chocolat, Montevideo Uruguay. Incursionó en el teatro como director artístico y diseñador escenográfico. Podría decirse que nació en Albertí en 1972, pero en verdad, lo que hay que decir es que nació pintor, nació cifrado por el signo de artista. Su obra, aunque reconoce los espacios de lo performático, los ademanes de las artes gráficas y el travestimos de lenguajes, lo cierto es que se reconoce y se admite como pintor. Un pintor que, al mismo tiempo, deviene en un intérprete de eso que muchos, yo mismo, consideramos el borde deseando de la subjetividad lateral. Su predisposición estética y su espíritu aventurero, le han llevado a residir en no pocas ciudades de la aldea global. Su obra ha sido publicada en distintos países como Alemania, EEUU, Italia, Chile, Brasil, Uruguay, Argentina, Cuba y México. Actualmente, y sin posibilidad de negación, vive en Madrid con la sospecha de amanecer mañana en Madagascar.

A. I. Santana